Somo. Ribamontán al Mar. Cantabria
La vivienda se ubica en una zona residencial en las afueras de Somo, en una parcela con vistas despejadas y una ligera pendiente hacia el norte, a la que la arquitectura se adapta con suavidad, respetando la topografía existente. La propuesta parte de una clara voluntad compositiva: una lectura contemporánea de la arquitectura tradicional cántabra a través de una sintaxis material que combina piedra, madera y enfoscados blancos, reinterpretados mediante la adición de grandes superficies acristaladas, voladizos y vacíos controlados. El resultado es una composición fragmentada y dinámica, en la que los distintos cuerpos se articulan y establecen un diálogo entre sí y con el entorno.
Exteriormente, la vivienda se organiza mediante un juego de planos y volúmenes que se entrelazan con armonía, dando lugar a un conjunto de gran riqueza compositiva y ritmo visual. La pieza central, un volumen blanco de dos alturas, actúa como núcleo organizador al que se macla una serie de volúmenes de piedra desconcertada. La pesadez de estos cuerpos pétreos se aligera mediante la introducción de paños acristalados y de voladizos. Estos gestos generan a su vez transiciones sutiles entre interior y exterior, configurando porches y terrazas que no solo amplían el espacio habitable, sino que regulan la incidencia solar y protegen frente a las condiciones climáticas predominantes.
La estrategia energética de la vivienda parte de una orientación óptima: los espacios de día abren al sur y al oeste mediante amplios ventanales que maximizan las ganancias solares en invierno, mientras que los voladizos y elementos de sombra controlan la radiación directa en verano. La doble altura del salón incorpora una franja superior de ventanas que garantiza una óptima iluminación natural durante todo el año, reduciendo la dependencia de iluminación artificial y mejorando el confort térmico y visual. La fachada norte, concebida como un plano de acceso y transición, limita sus aperturas a lo estrictamente necesario, respondiendo a criterios de eficiencia energética y control climático. Estas decisiones, coherente con los principios de la arquitectura pasiva, se complementan con una serie de estrategias activas y pasivas, como una envolvente generosamente aislada, un sistema de climatización mediante suelo radiante y la incorporación de paneles solares en cubierta, de forma que se optimiza el comportamiento energético del edificio.
En planta baja se localizan los espacios públicos de la vivienda, organizados en torno a un eje longitudinal que arranca en el vestíbulo y culmina en el espacio continuo de cocina, comedor y salón, configurando una secuencia fluida de usos interrelacionados. Este eje también se extiende hacia la planta primera, en la que se sitúan las estancias privadas —dormitorios y zona de estudio— orientadas estratégicamente para disfrutar de las vistas y preservar la intimidad.
El interior se diseña buscando una atmósfera serena y contenida, donde la calidez de la madera —presente en suelos, mobiliario y elementos estructurales— dialoga con la sobriedad de los paramentos blancos y la transparencia de los paños acristalados. Esta elección cromática y material, inspirada en la arquitectura nórdica, genera un fondo neutro que cede el protagonismo a la luz natural y al paisaje, que se convierten en los auténticos protagonistas del espacio doméstico.
En definitiva, esta casa combina la tradición y la modernidad en un equilibrio delicado, buscando siempre una relación intensa y continua entre los espacios interiores y el entorno.
MOAH Arquitectos. Estudio de arquitectura e interiorismo